Un buen día me di cuenta que había algo, alguna actitud o
comportamiento que me estaba frenando para conseguir aquello que quería. Sabía
lo que quería hacer, dónde llegar, incluso qué cosas tenía que hacer para
llegar, sin embargo, algo me frenaba.
Durante una reunión para unos proyectos con mi compañera
MariPaz, también coach co-activa, salieron
varias preguntas que me hicieron reflexionar sobre lo que me estaba pasando.
Siempre dejamos un espacio en nuestras reuniones para ver cómo estamos y
hacernos coaching si lo necesitamos. ¡Es una maravilla!
Dos días más tarde, según me estaba levantando, di con la
clave… ¡Había una “voz interior” que no estaba escuchando y se estaba
apoderando de mi vida!
Las personas somos como una complicada constelación de
diferentes “voces” o maneras de actuar que van surgiendo con nuestros
diferentes roles y con las interacciones con las personas con que nos
relacionamos.
Así como por ejemplo tenemos nuestra parte más organizada para
nuestro trabajo, nuestra parte más seria o respetuosa a la hora de comunicarnos
con determinadas personas, la parte perfeccionista que no nos permite dejar las
cosas a medio hacer o nuestra parte más
juguetona o infantil para divertirnos, también tenemos otras partes/voces que
no tenemos tan claras e identificadas y que van saliendo a medida que vamos
experimentando situaciones en la vida o en la empresa.
Mi “voz interior” que no estaba escuchando es la que llamé:
la vagabunda feliz. Esa parte mía que no necesita nada para ser feliz, que está
bien con lo que tiene, es feliz así, disfruta del momento. Y claro, es feliz
tal cual, así que no hacía mucho más.
Por supuesto, está genial, sin embargo, estaba ocupando
mucho espacio en mi vida y notaba que me costaba mucho más esfuerzo hacer cosas
que antes no me costaban. Impedía que me pusiera manos a la obra para lograr
aquello que quiero. Así que pedí a MariPaz que me hiciera una especie de
entrevista o mediación a través de preguntas entre mi vagabunda feliz, y mi
otra parte que considero antagónica, que es analítica, rígida, calculadora y
estratega. Esta dinámica o entrevista es lo que se llama integración de los
opuestos. Y es que, como en el título, no todo es blanco o negro, hay una gama
entre medias en la que se integran los dos colores armónicamente.
Durante la integración de los opuestos, nos damos cuenta de
la riqueza de cada parte, de lo que puede aportar cada actitud, de lo que puede
pasar si sólo mostramos una cara (aunque sea inconscientemente) y cómo podemos
hacer para que esas dos partes nuestras antagónicas puedan “convivir” en
armonía y nos potencien en lugar de limitarnos.
Te animo a que te observes en tus comportamientos y durante
tus interacciones con otras personas, ya sean de tu equipo, tus superiores,
familia o amigos, e identifiques esos patrones con algún personaje, arquetipo o
imagen que te ayude a clarificar tus actitudes, incluso mejor si puedes
ponerles un nombre como hice con mi vagabunda feliz.
Si tienes identificadas ciertas partes tuyas y quieres
investigar un poquito más para potenciar tu desarrollo personal y profesional, y mejorar en tus interrelaciones, te dejo varias preguntas que puedes hacer sobre esos arquetipos:
- ¿Cuál es su
comportamiento o su función?
- ¿Qué necesita?
- Costumbres o
hábitos que tiene.
- Dichos o mensajes favoritos.
- El impacto que tiene en mí esa actitud.
- Si es por exceso o defecto, ¿en qué situaciones me puede limitar y en cuáles potenciar?
- Si es por exceso o defecto, ¿en qué situaciones me puede limitar y en cuáles potenciar?
Esto nos ayudará a reconocer cuando sale esa parte nuestra y
si es el momento adecuado.
¡Ánimo!
No hay nada bueno ni malo si sabemos cómo usarlo ;-)