Ya de vuelta de un gran verano... llega el tiempo de reflexionar ;-)
¿Alguna vez te has parado a pensar en qué hace que disfrutes de la vida y qué hace que no disfrutes tanto?
¿Alguna vez te has parado a pensar en qué hace que disfrutes de la vida y qué hace que no disfrutes tanto?
El que nos sintamos a gusto o satisfechos con nuestra vida,
no depende tanto de las circunstancias sino de que aquello que hacemos tenga
valor para nosotros. Una vida satisfecha es una vida que valoras.
¿Cómo sabemos entonces si estamos valorando nuestra vida?
Fácil, a través de nuestros valores.
Una respuesta en principio simple que tiene bastante “miga”.
¡Vamos a ello!
Los valores son algo tan importante en la vida de una
persona, que es preciso dedicar cierto tiempo a definirlos bien, ya que
aportará mucha claridad en nuestra vida y, también a la hora de tomar
decisiones se hará mucho más sencillo. Cuando en nuestra vida, trabajo, etc…
somos fieles a nuestros valores nos sentimos mucho más plenos y satisfechos.
Los valores son intangibles, no son los principios
morales o éticos, aunque por ejemplo, querer vivir siendo fiel a una ética o
moral puede ser un valor.
Los valores
tampoco son cosas que hacemos o tenemos. El dinero, por ejemplo, no es un valor
en sí mismo, aunque como recurso nos puede ayudar a respetar valores como la
diversión, el servicio a los demás, la creatividad, aventura, espiritualidad,
autenticidad, belleza… que sí son valores.
Tampoco son ideales que haya que desarrollar o
adquirir sino que son los que expresamos a través de nuestra propia manera de
vivir. Guían nuestra conducta, es lo que hace que nos movamos hacia un lado o
hacia otro y nos identificamos con ellos.
A mí me gusta definirlos como el ADN de cada persona, es lo que en gran parte, la hace única, al
igual que el aspecto externo.
No son tampoco los valores de la sociedad; la
diferencia entre valores propios y valores de la sociedad, es que los valores
de la sociedad son lo que esperan de nosotros que hagamos o sigamos para una
determinada convivencia o cultura.
Cuando respetamos nuestros valores propios nos
sentimos con una vida más plena y satisfecha, se convierte en una vida que
valoramos.
Sin embargo, cuando no los respetamos, nos
encontramos mal, se trata de situaciones en las que estamos “pasando” por
encima de nuestros valores, ignorando lo que es importante en nuestra vida.
Respetar nuestros valores genera satisfacción plena
aun cuando resulte duro, ya que hay momentos en los que nos sentiremos incómodos
para vivir de acuerdo con ciertos valores importantes para nosotros.
En la práctica del coaching, los valores nos ayudan
mucho a determinar si una elección es la más correcta para la persona.